El 20
de julio de 1984, me desperté a las mañana afanada porque me había cogido
el sueño para mi rutina de belleza, para lo cual llevaba preparándome 3 largos
meses, de una dieta complementada con ejercicios, para lucir radiante en mi
vestido rojo, de escote en la espalda hasta la cintura, el cual elegí a mi
gusto para la celebración de mis 18 años, que se realizaría el 1 de agosto,
había seleccionado el mejor salón de recepciones de la ciudad, tenia entrenados
a mis hermanitos y sobrinos en normas de etiqueta en la mesa, me sentaba con
ellos hasta 2 horas en las tardes enseñándoles a comer lo quería todo perfecto
para esa noche.
Puse mi
música favorita y me dispuse a trotar, todo era igual en la calle, en el parque
la señora Fernández trotando a paso de tortuga con su sonrisa en la cara, don
Pedro realizando sus abdominales pero no se le veía el resultado por ningún
lado, debido a que me cogió el sueño no pude realizar un ahora si no 45
minutos, saliendo rápidamente a la preparatoria sin maquillarme, ni
alisarme el cabello, me veía espantosa parecía simba el rey león, me cogí el
cabello y me dispuse a prestar atención a las clases, se me
hicieron eternas ya que solo tenía en la cabeza, la noche perfecta para mí
y me imaginaba con mi vestido puesto así pasaron las 8 horas de clase.
Me
encontraba en el almuerzo cuando se acerco mi mejor amiga María Paula y
hablamos de los vestidos y de los chicos de la escuela y nos acordamos del
trabajo de química y nos pusimos cita en su casa a las 4 de la tarde, nos
concentramos tanto en el trabajo que se me paso por alto la hora cuando mire el
reloj eran las 10 de la noche, Salí de prisa e inicie a caminar hacia mi casa.
Hacía
mucho frio y empezó a lloviznar cuando de repente, un coche me hacia luces, me
dio nervios y empecé a correr y escuche Angie Ruiz soy yo, Nelson
Payares, un compañero de clase negrita bajito, feíto que me pretendía
pero nunca le puse cuidado, en ocasiones me reía de él, me sonrió sube, no te
mojes, te llevo a casa sana y segura, nunca se me paso por la mente sus
malas intenciones me subí al coche e iniciamos hablar de las clases, cuando me
pregunto por qué lo depreciaba y no lo había invitado a mi fiesta , me
sorprendió le dije que aun no había repartido todas las invitaciones, cuando de
repente su mano se puso en mi pierna, se la quite bracamente, le pedí que
parara el automóvil no hizo caso y me puso algo acido en la cara.
- - Ahora que estas dormida, no dices nada, no puedes despreciarme que bien hueles, tu piel es más suave y tersa de lo que me imaginaba que pesar que sea la última vez que te pueda tocarte sentir tus labios de melocotón, ver tus hermosos ojos verdes, pero serás solo para mi……………
- - Que he hecho, que será de mi cuando se despierte se dé cuenta de lo que he hecho, dios mío ayúdame la deseaba tanto que ahora que voy hacer, tengo miedo.
Abrí
mis ojos veía todo borroso, no podía reconocer donde estaba, solo veía
oscuridad y la figura de un hombre llorando que decía perdóname, perdóname, no
quería que pasara esto, pero no entendía por qué lo decía, cuando de repente se
acerco y me dio un fuerte golpe en la cabeza, todo se oscureció de
repente y toda mi vida paso frente a mí, mis recuerdos de la infancia, mis
padres, mis amigos, alegrías y tristezas, escuchaba pasos pero no me veía, me
sentía perdida, hasta que vino a mi mente esa vos que decía perdóname,
perdóname, no quería que pasara esto sin poder entender que paso, repitiéndose
en mi mente una vez y otra vez hasta el momento que recibí ese golpe, que
nuevamente me dejo en ese callejón sin salida que no he podido despertar.
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